domingo, 4 de noviembre de 2012

Economía financiera versus Economía real


Uno de los muchos hechos que condicionan la vida del castellano castellanista es que hemos de leer cinco diarios distintos si de verdad queremos conocer qué ocurre en el día a día de nuestras tierras. Hoy lo siento pero me ha podido la desgana y me he ido a diarios estatistas y de índole económica. De todas las noticias saco la misma conclusión: realmente no estamos en crisis. Lo que ocurre simplemente es que existen dos mundos distintos…

El mundo A (no quiero llamarlo primer mundo), es el mundo financiero. Es el mundo en el que el dinero físico no existe, sino que existe el título. Este mundo está como siempre, plácidamente. Es un mundo en el que se podría aplicar la máxima de que “el título-valor ni se crea ni se destruye, se transforma”; bueno, más que transformarse, pasa de unas manos a otras…

El mundo B es el mundo real, el mundo de la economía real y de subsistencia. El de los euros que no llegan a fin de mes; el de los desahucios, el paro, la desesperación y las lluvias otoñales que deprimen el alma. Es el mundo con los locales comerciales cerrados, el de los carteles de “se traspasa” o “cierre por liquidación”; es el mundo del trabajador que ve con recelo las huelgas generales porque, aunque en su conciencia está hasta los cojones y/o ovarios, el 14N irá a trabajar porque de héroes está el cementerio lleno y él no puede poner en riesgo su nómina…

¿Qué relación hay entre ambos mundos?

Podríamos pensar que ninguna, o todo lo contrario, que cohabitan, o que son complementarios…. Podríamos pensar muchas cosas…

Pero no. La realidad es que el Mundo A es una sanguijuela dañina para el Mundo B. No es que ambos mundos tengan una relación win to win ni de reciprocidad, no. Es que simplemente para saciar la sed de sangre que tiene el Mundo A, éste debe succionar en mayor o menor intensidad al Mundo B. Y sólo cuando el Mundo B esté al borde del paro cardíaco, sólo en ese momento, el Mundo A bajará su intensidad en la absorción de la sangre y la vida del Mundo B para que se regenere; porque el Mundo B debe vivir para que exista el Mundo A.

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